Don Simpson y Jerry Bruckheimer querían hacer una película de aviones (por que eso estaba de moda), así fue como se toparon con un guión de Jim Cash y Jack Epps Jr (los cuales habían escrito esto pensando en Tom Cruise), pero ellos querían darle un selló especial y en un entorno similar a lo que creo Tony Scott en el comercial de SAAB (empresa de defensa y aviación Sueca) en el cual un avión competía con un auto en una pista de despegue, así fue como contrataron al otro Scott (es hermano del genio Ridley Scott), pero faltaba el protagonista, el cual después de muchas negociaciones no aceptaba, sin rendirse Bruckheimer lo subió a un avión de combate y ahí fue donde se convenció para estar en el proyecto.
Una película icónica para los estadounidenses con mucha fama, pero que a final de cuentas nos entrega grandes escenas de acrobacias en aviones, una historia sencilla y amor en el aire, con una buena banda sonora que seguramente recordaremos hasta nuestra muerte. Para redondear esta historia el año pasado se estreno la secuela de esta película, la cual supera a su predecesora en todo, siendo una de las mejores películas del año pasado, además de cerrar algunas cosas inconclusas e introducir personajes muy agradables.